Esto
se remonta a años atrás cuando le dije que si quería casarse alguna vez, debía
prometerme que nos apuntaríamos a baile de salón,… y así lo hizo.
Por
tanto, ahora que han empezado las clases nos hemos apuntado, nuestro objetivo:
bailar un vals decente el día de nuestra boda en nuestro primer baile como
casados y, sobretodo, pasarlo muy muy bien.
En
estas dos clases ha quedado patente que no somos de lo mejorcito, tal vez nos
falta algo de ritmo y coordinación, pero no nos faltan ganas de aprender.
En nuestra primera clase aprendimos a “bailar”
el Cha cha cha. Más que bailarlo lo destrozamos, pero al menos ya conocemos los pasos y
el ritmo: doos-trees cha-cha-cha, lento-lento rápido-rápido lento. Se hacen cinco pasos en cuatro tiempos, y no
tiene una especial dificultad para todo aquel que no tenga dos pies derechos
(por desgracia entre ambos tenemos dos pies derechos y dos pies izquierdos,
pero no están bien distribuidos).
En
esta segunda clase de ayer aprendimos el Tango.
Parece tener menos velocidad pero la dificultad de los pasos es algo mayor. El
diseño del baile me parece precioso y muy apasionado, los pies apenas se
despegan del suelo, trazando cual lápiz imaginario un patrón de curvas y eles en
el suelo. Es un baile con similar estructura de ritmo: lento-lento rápido-rápido lento, haciendo cinco pasos en cuatro
tiempos. Creo que este baile se nos da un poco mejor, aunque no presumiría de
ser buenos en él. Hay que mencionar que nosotros tenemos un inconveniente que
otros no tienen, y es la gran diferencia de altura entre ambos, pues yo mido
1,52m y él mide 1,87m.
Mi
pensamiento para hoy es uno positivo: superaremos nuestro inconveniente, nos
sobrepondremos a nuestra torpeza y, con mucha práctica, lograremos ser unos
bailarines medio decentes.
Mi
recomendación para todos: probadlo, es divertidísimo y une mucho a una pareja.



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